lunes, 11 de febrero de 2019

Disertación: Yo, Dios y Mundo

¿Por qué?

Son tres, al parecer, simples palabras, del común, del día a día, que pronuncian nuestras bocas constantemente con la más amplia naturalidad todo el tiempo, sin siquiera llegar a pensar su impacto y lo que implican o su real significado. De una vez voy a decir, no esperes encontrar una definición clara y concisa de estos conceptos en alguna parte ya que,simplemente, no la hay. Esto lo habrás escuchado de otras mentes sabias, de las cuales comparto y sé que: son tres temas y cuestiones fundamentales las cuales no tienen explicación universal alguna. Al menos, según mi criterio, cada uno tendrá su propia visión de la trascendencia de estos términos que hemos decidido llamar así porque sí. Todas abarcan la famosísima y ya sobreexplotada pregunta del ¿Por qué? de las cosas, ¿por qué existe algo en lugar de nada? ¿por qué existimos? ¿por qué Yo, Dios y Mundo? ¿Por qué nos cuestionamos todo por nada?

Pero es que, ¿por dónde deberíamos empezar? ¿Qué fue antes? Bueno, desde mi punto de vista, Dios es el primero del todo. Y sí, aclaro desde un principio, que soy una persona creyente, teísta quien efectivamente rige su vida por este camino. Sin embargo, eso no quiere decir que esté afirmando la existencia de Dios, ya que acepto y sé, que la existencia de un Ser supremo, sea cual sea o haya sido su función y acciones, es imposible de confirmar o negar. No importa cuanto avancemos con la tecnología y la ciencia, es algo subjetivo que no puede ser tratado o demostrado por el método científico simplemente por el hecho de no ser algo medible. Porque sí, no necesito ver para creer. Yo. Ya habrá otros con teorías o pensamientos contrarios que me refuten, pero pienso que esta es una cuestión que va mucho más allá de la visión esclavizadora de la ciencia.

Y, ¿a qué me refiero con esto último? Pues bien, nos hemos acostumbrado a buscarle la explicación a absolutamente todo por medio de “complejas” ecuaciones físicas, producto de nuestro miedo primitivo por el no saber, por lo desconocido. Queremos ser seres que piensan en todo y que dan todo por hecho. Pero, ¿qué es real y qué no? Esto nos lleva al tema y cuestión de la existencia del Universo y de nosotros mismos ¿Por qué existimos?

Voy a resaltar aquí la definición de “mundo” según Markus Gabriel: “ es la totalidad de cosas espacio temporales” . Se refiere a que vivimos en un espacio y en un tiempo determinado, al igual de todo lo que conocemos y consideramos que se encuentra a nuestro alrededor. El problema reside en, ¿qué pasa con aquellas cosas que no podemos situar ni en un tiempo ni en un lugar en específico? Por ejemplo, la política. La política como concepto no podemos decir que está aquí, encima de esta mesa, ni podemos describirla materialmente de tal manera u otra, porque, no es algo medible por medio de nuestros cinco sentidos. Es algo en lo que creemos, le hemos dado un nombre juntando letras y ya está. Es por esto que, más adelante, Gabriel explica que los hechos “son cosas verdaderas sobre cosas no espacio temporales”, lo que nos lleva a pensar en la veracidad de todo lo que nos rodea.

Me pareció interesante haber encontrado un par de “definiciones” que daba la RAE al buscar la palabra “mundo”, como el “conjunto de todo lo existente”. Curioso, pienso yo, puesto que, al igual que como todo lo que conocemos (o creemos conocer) los conceptos son nada más que ideas o croquis que construimos en nuestras cabezas mediante símbolos o mitos. Nada más hay que tomar como ejemplo a Dios. Como dije, yo creo en Él, más nunca lo he visto, tocado o sentido físicamente. Es más una imagen espiritual y mental de una entidad que se ha transmitido a lo largo de la historia través de uno de los documentos más importantes e influyentes en la cronología del ser humano: la Biblia. Esta se ha encargado de repartir y transmitir el mensaje del Señor de generación en generación, y, si bien es cierto que en su época era impartida como única razón de nuestra existencia en el mundo debido al hegemónico poder de la Iglesia, hoy en día podríamos decir que tenemos una mentalidad más abierta, ¿o no?

Bueno, esto no es del todo cierto, puesto que, como ya dije antes, nos seguimos apegando a una serie de términos, teorías, reglas, leyes y normas, creadas por nosotros mismos y que se quedan así porque nadie puede decir lo contrario. De ser así, lo tacharían de loco, absurdo y descabellado. Como lo que se puede llegar a pensar de los argumentos del mismo Markus Gabriel al afirmar que el mundo no existe argumentando su posición con la idea de que la existencia, es un hecho de algo que aparece en un contexto, es decir, que el mundo está dentro de algo más allá y, por lo tanto, estamos solos en esta realidad con una infinidad de posibilidades.

Como su contraparte, Jim Holt, cree en la teoría de que vivimos en una realidad especial, entre la simpleza de la nada y lo complejo de la elegancia. Una realidad genérica e imperfecta. Y yo me pregunto, al haber tantas infinitas posibilidades de universos y realidades alternas, ¿por qué tuvimos que existir conviviendo con el caos, la malicia, la perversidad, el cáncer, los asesinos seriales, la Alemania Nazi, el patriarcado y el machismo, la discriminación y desigualdad, la pobreza, el dolor, el miedo…? En este caso, unos igualmente me refutarán la existencia de Dios diciéndome que entonces Él es un ser malo, que lo único que busca es nuestro sufrir. Yo personalmente pienso que el mal,como tal, no existe, es solo la carencia del amor o creencia en algo o alguien.



Y con esto quiero ligar el tema de las convicciones puesto que, todos, absolutamente todos, debemos creer y basar nuestras razones y argumentos en alguna cosa. Lo que no es posible es que la gente venga a pensar que todo es una ilusión, producto de una imaginación inconcebible y que solo existe una verdad absoluta. ¿Que tal vez la haya? Tal vez, pero el conocimiento humano no está a basto para esta sabiduría perfecta e irrefutable.


Aún nos falta por explorar un último concepto, el Yo. ¿Quiénes somos? Pues sí, seres humanos capaces de razonar. Pero realmente, ¿qué somos?¿En realidad existimos o somos simples productos de una ilusión? Pensaríamos que idiota aquel que piense que no existe, puesto que nos vemos unos a otros, justo ahí, frente a nuestros ojos. Nos podemos tocar, sentir, oler… podemos percibirnos. Todo gracias a, lo que a mi parecer, es la clave de nuestra existencia, y, por consiguiente, de la existencia del mundo y un Dios. Me refiero a la consciencia.

Aquella tan desconfiada y trucada idea de que si eres consciente de ser consciente, pues eres consciente. Y punto, ni más ni menos. Aquel que sabe que existe, existe, porque está probando con el simple hecho de pensar y cuestionarse su propia existencia, de que existe. Pues bien, la consciencia maravillosamente tampoco tiene definición fija alguna. Unos podrán decir que es imposible que de algo espiritualista como lo es nuestra conciencia, pueda producirse o salir algo material. Como quien piensa en cómo es que podemos realizar acciones provenientes de básicamente la nada. He aquí la famosa y problemática relación entre el cuerpo y la mente.

La consciencia, como propone John Searle, “crea una realidad independiente del observador ser”, lo que quiere decir que su existencia es relativa a cada uno de nosotros. Es decir, no existe la tal llamada "consciencia colectiva" , porque, por ejemplo, sabemos que Colombia no es consciente de ser un país, ya que simplemente no tiene un procesador de la información, un cerebro, una mente propia como para cuestionarse a si mismo. Pero, ¿que hay de los animales? Es consciente una tortuga de que es una tortuga?¿De qué existen? ¿Si quiera una tortuga tiene consciente? No lo sabemos y no lo podemos saber.

A esto se le suma el controversial tema de la reciente Inteligencia Artificial y la angustia y preocupación por algunos que piensan o sobre entienden, de manera errónea, que las máquinas podrían tomar el control algún día. Este hecho lo veo poco probable por no decir imposible partiendo de la idea de que nosotros somos los únicos poseedores de los estados conscientes provocados por procesos neurobiológico.

Bueno, y, tras todo esto, entonces, ¿qué somos?,¿dónde estamos? y ¿de dónde venimos?

Somos algo, estamos en algo y venimos de algo o alguien, de eso estoy segura. Lo único es que ese primer algo, debe poseer flujo de consciencia de su propia existencia para así percatarse de que vivimos en este segundo algo el cual, para nada, es una ilusión (solo que a veces nuestro cerebro puede gastarse algunas bromas) y provenimos de una creación a manos de la entidad, al cual popularmente se conoce como Dios.

Al menos eso es lo que yo, Laura Peláez, piensa y cree, más no concreta y afirma o niega de ser verdad.

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