La navaja de Ockham es un principio metodológico y filosófico planteado por el Guillermo de Ockham, un fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico quien se basó en la idea de que "la explicación más sencilla suele ser la más probable". Esta idea implica que, cuando tenemos dos teorías igualadas en condiciones y tienen las mismas consecuencias, la más simple suele estar más correcta que la compleja. Así pues, una creencia más simple pero de menor evidencia no debería ser elegida frente a una más complicada pero con mayores pruebas contundentes.
La cuestión está en: ¿cómo podemos medir la simplicidad? En efecto, los hábitos de pensamiento y las creencias determinan en gran escala lo que una persona está dispuesta a considerar como "sencillo".
En su formulación inicial datada del siglo XV, dice: "pluralitas non est ponenda sine neccesitate". Lo que se traduce del latín como "la pluralidad no se debe postular sin necesidad" . Con esto nos referimos hoy en día a que no se deben multiplicar las causas o hipótesis en un razonamiento.
Por lo que, este principio de Ockham nos quiere llevar a la expresión del sentido común y su aplicación no debería plantear un problema. Es por esto que se aplica a casos prácticos y específicos, centrándose principalmente de la filosofía que trabaja con conceptos indivualizados y casos epíricos.
Como decía Albert Einstein: "Todo se debe hacer tan simple como sea posible, pero no más simple".
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